Mujer y hombre paseando un perro.

Caminar durante el tratamiento oncológico

El sedentarismo, por ejemplo, aumenta el riesgo de cáncer de mama.1 Leé este artículo y aprendé por qué caminar es beneficioso durante el tratamiento oncológico.

Este material es de carácter educativo e informativo únicamente, no sustituye ni reemplaza la consulta médica, y en ningún caso deberá tomarse como consejo, tratamiento o indicación médica. Ante cualquier duda deberá consultar siempre con su médico tratante.

¿Sabías que hacer ejercicio regularmente es parte del tratamiento del cáncer? Incluirlo en el plan para tratar la enfermedad mejora en gran medida la salud en general del paciente. Entre varios de sus beneficios, hacer actividad física, impacta positivamente en los resultados del tratamiento y disminuye sus efectos secundarios. El simple hecho de salir a caminar es una forma sencilla de entrenarse y está al alcance de la mayoría de las personas.2,3

La actividad física tiene un rol importante en la reducción del riesgo de contraer el cáncer de mama por ejemplo. A partir de investigaciones científicas, se sabe que las hormonas esteroides sexuales aumentan la probabilidad de contraer la enfermedad y que la práctica regular de ejercicio disminuye los niveles de estas hormonas.¡Seguí leyendo y enterate de todas sus ventajas!1

Caminar, una forma de ejercicio

Se trata de una forma de entrenarse aeróbicamente o de hacer “cardio”. Este tipo de ejercicio aumenta la frecuencia cardíaca, por lo cual se fortalece el corazón y los pulmones, y puede ayudar a sentirse menos cansado durante y después del tratamiento. Tan sólo salir a dar un paseo sirve como ejercicio aeróbico. Lo recomendable es caminar 40 a 50 minutos, 3 a 4 veces por semana, a un ritmo moderado.2

Otros efectos de la caminata es que facilita la entrada y salida del aire a los pulmones, lo cual mejora la capacidad para transportar el oxígeno a todas las partes del cuerpo. Además, se tonifican los músculos, mejora la circulación y aumenta el número de glóbulos rojos y hemoglobina que son los transportadores del oxígeno en un 98%.3

Cuando salimos a caminar se producen modificaciones adecuadas y coordinadas de todo el organismo en el sistema nervioso y muscular, en la circulación, respiración y metabolismo. El resultado del acto de poner en movimiento al cuerpo produce placer a nivel mental, mantiene la agilidad corporal e impacta de manera positiva en el campo emocional. Una simple caminata, con exhalaciones e inhalaciones profundas, crean sensaciones de vigor y armonía.3

Asimismo, caminar es una actividad perfectamente adaptable, en donde cada persona impone su propio ritmo, la distancia y el tiempo que le quiere dedicar. Se puede hacer solo, en pareja o en grupo y ¿por qué no variar los caminos a recorrer para que no se vuelva una tarea monótona? Por último, hacer una caminata no cuesta dinero y no necesita de un vestuario en particular, ni de equipos.3

Consejos para caminar de manera segura

Para incorporar la caminata como forma de entretenimiento durante el tratamiento oncológico lo más importante es seguir las indicaciones del médico tratante. A continuación, te compartimos algunas sugerencias para tener en cuenta:2

Más allá del tratamiento o prevención del cáncer, la actividad física es importante en todas las personas ¡incluila en tu rutina diaria y, siempre que se pueda, trasladate caminando!1

Referencias
  1. World Cancer Research Fund International. “Cómo ser más activa puede proteger a las mujeres contra el cáncer de mama”. Disponible en: https://www.wcrf.org/how-being-more-active-can-protect-women-against-breast-cancer/ Consultado en Junio 2023.
  2. American Society of Clinical Oncology. “Ejercicio durante el tratamiento del cáncer”. Disponible en: https://www.cancer.net/es/sobrevivencia/una-vida-saludable/ejercicio-durante-el-tratamiento-del-c%C3%A1ncer#:~:text=Fortalece%20el%20coraz%C3%B3n%20y%20los,semana%2C%20a%20un%20ritmo%20moderado. Consultado en Junio 2023.
  3. Rodrigo Molina Zúñiga. El ejercicio y la salud, "La Caminata", beneficios y recomendaciones” en Revista Costarricense de Salud Pública vol.7 n.12 San José Jul. 1998.

PP-UNP-ARG-1254